sábado, 9 de junio de 2007

La batalla equivocada

Siempre se ha dicho que las segundas partes no son buenas, pero para decir lo contrario hay que comprobarlo. Así es que la decisión fue unánime; marchábamos todos siguiendo el ritmo que nuestra bandera imponía sin titubear.
Así llegó el momento en que nos dispusimos a dar la batalla, para dejar en alto su honor y que flamee feliz por los vientos.
El territorio en un comienzo no estaba apto para luchar, porque nuestro ejército era muy menor. Pero luego de los malos ratos tratando de analizar el lugar que usaríamos para refugiarnos y ocupar como base, dimos con esa parte y descargamos toda nuestra artillería allí.

Al momento en que comienza a salir el primer disparo para brindar por la salud de nuestra bandera, y es que en ese instante, no importaba la baja afluencia de hombres en el escuadrón. Todo estaba dispuesto para tener en ese lugar un momento memorable.
Con ese primer espolonazo cayeron las primeras palabras en su honor, las primeras sonrisas en busca de lograr la tan ansiada felicidad.
- ¡Salud querida bandera!, decía parte del ejército.
Entre vítores comenzamos a explorar el terreno en donde lucharíamos, por lo que la decisión fue acertada, así que nos dispusimos a ir al baile de la investigación, y a la espera de más refuerzos.

Fue ahí en donde la tan esperada ayuda llegó. Se dejó ver a lo lejos, entre gritos, risas y abrazos, habían venido para dejar en alto el nombre de la bandera. Y con ellas, el reconocimiento de tropas, unos con otros entablaban conversaciones, para no perder detalle alguno de lo que podía pasar en esta lucha.
Con los refuerzos, también llegaron armas cargadas hasta el tope, y más alegría en nuestra base. Más aún en el momento de entonar algunos cantos, como cuando un soldado afina su puntería para derribar el objetivo.

Pero no todo era alegría, porque comenzaba a dejarnos una recluta que es pieza fundamental para este ejército, ¿la razón?, le apuntaron al corazón, dejándola con una herida que hizo que tuviera que volver a su hogar.
Pero en honor a nuestra querida soldado que no volvería más, llegaron más hombres, que dejarían en alto el honor de nuestra bandera.
Con ellos venían más armas a la base. Con esto sabíamos que podíamos salir con la frente en alto y victoriosos, dejando feliz a nuestra tropa.
No salimos de nuestro refugio hasta no sentirnos seguros que lograríamos la victoria, por lo que al momento de caminar hasta la lucha, íbamos mentalizados en dar la batalla hasta el final.
Todo se presentaba a nuestro favor. Entre bailes de disparos que disipaban que todo era tranquilo, comienza el horror. Veíamos gente que no reconocíamos, soldados enemigos que nos extrañaban completamente. Pensábamos que el lugar de la batalla era equivocado, porque entre personas mayores no lucharíamos.
En ese instante la batalla se tornó muy aburrida, nuestros adversarios peleando entre ellos, gozando con balas de melodía que eran anticuadas para nuestro escuadrón.
Fue ahí donde decidimos explorar otra parte de la lucha, una parte en donde nuestro adversario sea más como nosotros, un lugar en que nos sintiéramos cómodos.
-Cabe recordar que por más que la batalla haya sido desigual en ese momento, nuestras armas siempre continuaron cargadas, y al momento de ser vaciadas, alguno de la tropa iba nuevamente a llenarlas-.

Ya en el momento de estar luchando en otro territorio, con armonías que nos agradaban más, nuestros enemigos comenzaron nuevamente a comportarse raro. Y es que ya no lo podíamos creer, porque tal vez habíamos elegido mal el lugar para dar la batalla nuevamente. En tanto los otros soldados bailaban y gozaban en honor de nuestra bandera, pero nuestros enemigos eran irracionales. Amagos de peleas y discusiones entre ellos mismos, ya no nos hacían sentir a gusto con mi compañera.
Fue ahí donde surge la idea de relatar todo lo sucedido. Esta batalla daba para escribir mucho.
Tras este impasse surge un imprevisto que afectó a gran parte de nuestro ejército. Habíamos perdido a una de los nuestros. Y es que quedó en un estado tan grave, que hizo que la mayoría de nuestra tropa corriera en su ayuda.
¿El diagnóstico?, sobredosis de armas cargadas.
Todo hacía presagiar que la batalla llegaba a su fin, pero el chequeo de la soldado en mal estado hizo retrasar la hora de salida del territorio enemigo.

¿Cómo podía ser que de ayer a hoy, el lugar de lucha haya cambiado tanto, que lo único que deseemos es irnos de ahí? La razón era el enemigo.
Ya al momento de retirarnos, dejar nuestra base, y el honor de nuestra bandera un poco en baja por la perdida de la recluta comenzó otro problema. El de llegar bien a nuestro destino. Y es que nada nos lo aseguraba, porque estábamos situados en un lugar desconocido, en donde todos eran nuestros enemigos.

Pero gracias a la labor de nuestra querida bandera, todo salió bien, menos la repetición a esta guerra, que a nuestro parecer perdimos, y que nos dejó en claro, -tal vez por esta vez- que las segundas partes no son buenas.

1 comentario:

RonminillaUC dijo...

Holiwi.. hey merme. ke do beio.. peor confuso.. cual fue la segunda batalla? con kien?.. la primera recluta se kien es , pero la segunta???m m m depe aclaramos eo.. pero weon.. conratulations!!!


exelente.. me dejaste plop.. la durex... weon estás listo...

garcía markez es un moco

wjajjaa.. ya amigo.. no te alabo más porke después se te suben los humitos a la cabeza y le luces ante todos...

wjjaja

adeUC